Estudiantes, docentes, administrativos y directivos de la Universidad Santo Tomás Seccional Bucaramanga, acompañados de miembros de la comunidad, recibieron la visita de la Virgen de Chiquinquirá, quien acudió al Templo Cristo Rey en su peregrinación por Santander.
“Hoy estamos de fiesta, estamos muy contentos porque nos visita el cuadro de la Renovación de la Virgen de Chiquinquirá, un cuadro muy amado por nuestra Comunidad Dominicana y la Provincia San Luis Beltrán de Colombia. Hemos invitado a la comunidad universitaria para que le demos una bienvenida a la virgen, que en su advocación de Chiquinquirá y de este cuadro está cumpliendo cien años de su renovación”, afirmó Fray Edgar Leonardo GUTIÉRREZ RIVEROS, O.P.
Para dar inicio con la celebración, Fray Oscar Eduardo GUAYÁN PERDOMO, O.P., les dio la bienvenida a todos los fieles que con gran entusiasmo esperaban la llegada de la virgen. Seguido de la oración del Santo Rosario a cargo de Fray Omar Orlando SÁNCHEZ SUÁREZ, O.P.
Llegada del cuadro de la Renovación de la Virgen de Chiquinquirá
Un silencio esperanzador se apoderó del Templo Cristo Rey, para anunciar la presencia de la Virgen de Chiquinquirá. Fue así como entre sonrisas, llantos, alabanzas y cantos se dio paso a la entrada de la Madre de Colombia. Los Frailes Dominicos se dispusieron a recibir y ubicar en el altar el cuadro de la virgen para que todos pudieran contemplarla; e iniciar con la Eucaristía.
“Estoy muy feliz con la visita de Nuestra Señora de Chiquinquirá, ya que es nuestra patrona, nuestra reina. Es para nosotros una bendición muy grande y sobre todo para esta Comunidad de Cristo Rey que siempre hemos estado a sus pies implorando su misericordia, su amor y su ternura”, dijo Marcela Contreras, Comunidad Cristo Rey.
Historia del cuadro de la Virgen de Chiquinquirá
La tradición nos cuenta que hace cuatro siglos don Antonio de Santana, encomendero de los pueblos de Suta y Chiquinquirá, solicitó al español Alonso de Narváez (1560) que pintara una imagen de la Virgen del Rosario, para colocarla en una pequeña capilla.
La pintura fue realizada sobre una tela de algodón de procedencia indígena, medía 125 cm de ancho por 111 de alto, Alonso de Narváez usó colores al temple, realizó una imagen de la Virgen del Rosario con el Niño Jesús, y a los lados puso a los Apóstoles San Andrés y San Antonio de Padua.
El cuadro fue ubicado en la capilla que tenía don Antonio en sus aposentos de Suta, estuvo allí durante más de una década, pero la capilla tenía el techo de paja, lo que provocó que la humedad deteriorara la pintura hasta dejarla completamente borrosa.
Tras la muerte de Santana, su viuda, se trasladó a Chiquinquirá, hacia el año 1577-78. La imagen fue llevada a ese lugar, pero se encontraba en tan mal estado que fue abandonada en un cuarto, habitación que tiempo atrás había sido usada como oratorio.
En 1586 María Ramos, una mujer del lugar, sabiendo que el lienzo había guardado la imagen de la Virgen María, decide reparar el viejo oratorio y el lienzo maltratado, otorgándole el mejor lugar de la capilla. Diariamente oraba y pedía a la Virgen del Rosario que se manifestara, hasta que el 26 de diciembre de 1586 cuando María salía del oratorio, una mujer indígena llamada Isabel junto a su pequeño hijo, al pasar por el lugar, le gritaron a María: "mire, mire Señora...". Al dirigir su mirada a la pintura, esta brillaba con resplandores y la imagen, que estaba irreconocible, se había restaurado con sus colores y brillo originales; los agujeros y rasguños de la tela desaparecieron. Desde entonces empezó la devoción a la advocación conocida como "Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá".
El santuario fue confiado a la orden de los Dominicos, quienes construyeron un convento a su lado, guardando la imagen hasta tiempos presentes.